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Ene
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Concesión a-personal

Desde el equipo Arte Facto recibimos unas frases de esas que crean nudos en la garganta.

Supongo que se trata de la típica historia de final trágico que vendería la tira bajo una etiqueta sensacionalista sólo que, en esta ocasión, el relato tiene una banda sonora concreta basada en hechos reales.

24 Enero 1979

Hoy es el primer día desde que deje aquella casa, en el que encuentro fuerzas para recuperar algo que nunca debí perder, las ganas de escribir.


No sé por dónde empezar; estos días han sido y están siendo muy duros para mí. Mi vida ha dado un cambio radical con el que no contaba. He sido una tonta pensando que lo nuestro tenía solución, he sido una tonta esperando a que llegase el momento de ver la luz porque de repente, lo que debía ser luz ha resultado ser un día demasiado nublado como para pensar que iba a salir el sol.


Siento muchas cosas dentro de mí. Siento un gran vacío en el pecho como si alguien me lo hubiese atravesado, hubiese arrancado mi corazón de cuajo y se lo hubiese dado a comer a un puñado de animales hambrientos. Noto como cada mordisco desgarra mi indefenso corazoncito, ahí, tirado en el suelo. ¿Dónde venden corazones artificiales? ¿Los habrá a gusto del consumidor? Yo elegiría uno… sí, uno que no fuese capaz de sentir, uno de hielo por ejemplo, me lo quitaría todas las noches y lo metería en el congelador para encontrarlo como nuevo cada mañana.


¿De qué sirve tener uno de verdad si no hacen más que patearlo cuando menos te lo esperas? Decididamente adquiriré uno de hielo. Nadie podrá hacerme daño, y lo más importante, nadie podrá entrar en él, nadie puede atravesar el hielo así, sin más, y eso es lo que quiero.


Anónimo


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